Nadie entiende que necesitaba fracturarme la clavícula para
darme cuenta que la soledad es una oportunidad para escuchar mi sangre y
pulsar.
Nadie entiende que cuando me roban la bicicleta estoy
gritando “auxilio” en silencio.
Nadie entiende que el tiempo sin vernos diluye el amor en
mis danzas.
Nadie entiende porque los vagabundos se me acercan y yo les
sonrío.
Nadie entiende porque lloro por ellos, por ellas y porque sí.
Nadie entiende, pero
me abrazan. Algunos me toman de la mano y me acompañan.
Todos saben que eso me hace feliz y entienden que es amor.
Mi amor.