Hoy
mi vida está llena de subidas y bajadas. Nada raro, igual que la vida de todos,
a veces hay risas y otras veces llanto.
La diferencia es que ahora me doy cuenta de la importancia de estas
polaridades y deliciosos vaivenes que enriquecen mi experiencia en esta tierra.
Antes simplemente era feliz o adolecía según el momento. Ahora vivo cada
instante sabiendo que algo estoy aprendiendo. Consciente de mi crecimiento en
cada día y agradecida de cada amanecer y anochecer por triste o feliz que sea, sigo
y respiro profundo, observo y me observo.
Abriendo
bien los ojos, lo que logro ver es mi reacción con las situaciones que me
suceden en el día a día. Así descubrí el poder que tenemos para escribir
nuestro destino y trazar nuestro camino. Me responsabilicé de mis acciones y de
mi vida. Me di cuenta de cómo vamos decidiendo e incluso como la indecisión es
una decisión que marca nuestra vida para que sea así y no de otra manera.
Hoy
camino responsable de cada paso. Me confieso aún una mujer inconsciente y con
mucho por aprender, pero rodeada de personas que me aman y me enseñan lo que yo
no puedo ver por la neblina del ego o el empañamiento de miedos y a partir de
los cuales reacciono destructivamente. Así voy aprendiendo a escuchar mi corazón
y respirar profundamente, detenerme, observarme y sentirme. Creo y lo afirmo
sólo como una creencia porque no sé que tan capaz sea yo para poder declarar
tal cosa, pero espero estar tomando decisiones más conscientes, y reaccionar
cada vez de manera más amorosa, cuidándome a mí y a las personas que me rodean.
El
camino es largo y las lecciones son muchas. A veces siento que la felicidad se
me esconde por lugares recónditos. Se me va lejos el optimismo. Mis ánimos se
extravían en el camino y toda energía de voluntad se disipa en mi ser. Me quedo
seca y sola. Un poquito amargada y frustrada. Me siento triste y enojada. No
entiendo nada y me caigo gorda. Me dan ganas de desaparecer, de adelantarle a
la película de mi vida, de echarme a correr, o evaporarme mientras me baño y
escaparme por la ventana hacia el cielo para irme volando.
Así
la vida y algunos días. La sal de la vida, su albahaca y su paprika. Así los
sabores que nos amargan o endulzan el día. Así mi vida, y así yo una tarde de septiembre. Un sábado para estar en casa y no salir de la cama. Viendo películas, comiendo, besándonos, reflexionando, pensando y escribiendo. Agradecida
siempre por tanto y todo.