miércoles, 28 de octubre de 2009

soñé futuro


La misma sonrisa de siempre. Esa cara amable que lo acompaña a todos lados. Caminaba hacía su trabajo. Convencido de su misión. Cargaba con un apluma y una libreta para todos lados. El sol lo deslumbraba. Caminaba con pasos largos y a prisa. Pensaba en sus ojos. Sus ojos acuosos que expresan todo lo que ella no puede decir. Su cara que dice todo. Mientras baila. Sus piernas blancas y anchas que suben y se enganchan de él. Mientras lo besa.

En la calle una señora le pide dinero. Eso lo afecta. No sabe si dárselo o seguir. Sabe que al final hará algo. Por ella. Por eso sigue caminando. Se dirige al sol. Y llora. Llora cuando se acuerda de ella. Por eso no se detiene. Una niña que pasa a su lado le sonríe. Él nunca olvidará esa sonrisa. Cuano ella le dijo que lo amaba demasiado.

Cruza la calle con cuidado. El cielo está azul y los árboles se mueven. Ella se mueve. Él no deja de bailar. Él le enseño a bailar como hombre. Ahora ella se mueve como siempre. Y bailan.

Camina mas despacio y observa esas piernas caminando delante de él. Con esa falda roja que descubre sus tobillos. A ella le parecían gordos. A él le gustaba tomarles fotos. En la calle un niño gritando. Su madre lo carga y le da un beso para que se calme.

Cuando él lloraba siempre tenía a una mujer a lado. Ahora él deja que ella llore. Por que le duele verla llorar.

El sudor le escurre por la frente. Hace calor en el Distrito Federal. La recuerda desnuda caminando por toda la casa. Bailarina silenciosa. Ella le quita su camisa de diablito y sus pantalones negros, lso suavecitos. No le gusta que duerma vestido. Y hacen el amor.

A su lado alguien estornuda -Salud!- dice él. -Gracias- le responde el señor mientras siguen caminando. Apresura de nuevo el paso. Recordó que al llegar estará ella para darle las indicaciones necesarias y ponerse a trabajar. Juntos. Cómo ella siempre soñó.


A César Aliosha Islas

martes, 20 de octubre de 2009

Ahora te sueño...


Anoche soñé contigo
Y no estaba durmiendo
Todo lo contrario
Estaba bien despierto
Soñé que no hacía falta
Hacer ningún esfuerzo
Para que te entregaras
En tí yo estaba inmerso
Que lindo que es soñar
Soñar no cuesta nada
Soñar y nada más
Con los ojos abiertos
Que lindo que es soñar
Y no te cuesta nada más que tiempo
Que hacer con tanta angustia
Por cosas no resueltas
Con toda esta energía
Casi siempre mal puesta
Si pudiera olvidarme
Por siempre de mí mismo
Habrías de encontrarme
Allí en tu dulce abismo
Soñé que no hacia falta
Hacer ningún esfuerzo
Para que te entregaras
En tí yo estaba inmerso
Nada más que tiempo...
Anoche soñe contigo.

Kevin Johansen

miércoles, 14 de octubre de 2009

Quiero contarles


Quiero contarles el día que descubrí que era mujer. Tenía once años y mi cuerpo se preparaba para cambiar. Yo empezaba a mirar a los niños, curoseaba con ellos y nos molestábamos con cualquier cosa, En realidad lo que quería era besarlos. Así comienza mi camino hacía el ser mujer.

Era una tarde en la que mi madre cocinaba después de haber ido por mi a la escuela primaria, yo todavía traía el uniforme puesto y saboreaba la comida que tardaría unos quince minutos en estar lista.

Me fui a mi cuarto, cerré la puerta y me recosté en mi cama boca abajo, comencé a llenar una hoja de mi diario que escribía todas las tardes. Mientras escuchaba a Silvio Rodríguez y su unicornio azul o a Shakira tan tonta, ciega, sordomuda, claro!!! empezaba a enamorarme y sus canciones me pegaban.

Mi colcha morada y yo baca abajo sobre mi cama escribiendo cuando un dolor en el vientre me sorprendió, nunca había sentido un dolor parecido y ahora sentía que me escurría “algo” Corre!!! Me dije y fui directo al baño, no entendía por que se me había salido un poco de pipi, no solía hacerme del baño así no más.

Entre al baño, me subí la falda y me baje el calzón, me senté para orinar y ví mis pantaletas manchadas de SANGRE, Claro!!! Por fin había llegado el día. Tan ansiado y esperado.

Me lo había imaginado de mil maneras, quería que fuera en la regadera, bañándome y cantando cuando descubriera mi menstruación. Otras veces presentí que me agarraría dormida y que despertaría en un charco de sangre. Mi pesadilla era estar en la escuela a mitad de una exposición frente a todo mi grupo o en medio del recreo.

No fueron precisamente las opciones que yo había imaginado, ni si quiera algo parecido. Había escuchado tantas historias de esa primera vez. A mi madre la oí contar su historia decenas de veces, sabía que para mi madre era un día que festejar, así que salí del baño le di la noticia y desde entonces festejamos por ser mujer cada veintiocho días.