lunes, 22 de agosto de 2011

Un viaje a Valle de Bravo





Condiciones precarias como diría Sessie o la oportunidad de descansar, relajarnos y alejarnos de la ciudad como diría Álvaro.

Yo diría que el lugar ideal para compartir el último 49% de batería en mi mac escuchando música. Acercarnos al fuego para calentar nuestras manos que se entumen de frío y platicar de lo que a cada uno nos interesa para seguirnos conociendo.

Ambiente deliciosamente húmedo y libre de smog. Quiero respirar profundo y llenar mis pulmones de aire limpio y fresco.

Festejando a Fer que cumple 26 años y es leo. Disfrutamos de una ensalada con lechuga, jamaica, atún y el toque especial de Lut (crotones de rancheritos) compartimos y nos pasamos los platos entre todos para calmar el hambre mientras Álvaro preparaba una deliciosa pasta que a falta de gas en la estufa, se cocinaba en la chimenea de forma tan artesanal que resultó ser la pasta más rica que nunca antes habíamos comido.

Con el estomago lleno y los rostros más tranquilos y alegres bailamos, jugamos, reímos, compartimos y nos conocimos más.

Andres empezó con las confesiones. Mirsha y Álvaro le siguieron con los besos. Lut desde hacía rato roncaba y yo con frío en mis pies me quede profundamente dormida frente a la chimenea.

Antes de que el sol saliera y la luna se escondiera fuimos a una especie de templo en el bosque para meditar, ver el amancer y hacer yoga. Mi cuerpo temblaba de frío, nos abrigamos bien y salimos rumbo al inicio de ese domingo que nos despediría del valle bravo.

Respiraciones profundas durante los saludos al sol fueron calentando mi cuerpo y yo me fui despojando de tanta ropa que traía encima. Mirsha y Alvaro caminaban alrededor del templo como se indicaban en las instrucciones que estaban en la entrada del lugar. Andres meditaba sin playera y Lut fotografiaba todo. Ah!!! Y meditaba dijo.

Terminando de hacer yoga y ya sin calcetas, caminé descalza en el pasto húmedo por el rocío de la mañana y fresco por el amanecer. Después de un rato me acerqué a Álvaro y me dijo –mira!!! Tienes un trébol de 4 hojas (sujeto por su tallo entre los dedos de mi pie izquierdo), tienes la suerte en los pies bailarina- y se fue riendo, con esa risa tan especial de Álvaro que ni es burlona, ni es sarcástica, sino todo lo contrario.

Lut nos sorprendió con fruta para desayunar y un plan increíblemente divertido: Ir caminando al río. Nos bañamos en sus aguas de fuerte corriente y temperatura helada. Tomando fotos descubrimos libélulas azules, orugas verdes y hongos gigantes.

Regresamos con mucha hambre y listos para devorar un pollo rostizado con vista al atardecer desde donde se tiran los parapentes, música de fondo y risas alegres que teñían la comida de divertidos saLutes con cerveza y más risas.

Nunca olvidare el susto que Baltasar nos metió con su machete parado a media noche viendo fijamente hacía nosotros por la ventana. La cuchara y el manotazo con la baraja. El salto intrépido y emocionante de Álvaro. Las aventuras que al parecer felizmente compartimos todos.

Nunca olvidaré aquel policía al que le enseñamos el artículo 8 llegando a la Ciudad y tus ojos de sueño cuando a media noche me dejaste en mi casa.

1 comentario:

Mirsha dijo...

Mar Itzel:

Gracias por compartir, por tu belleza, por tu cariño y por todos los buenos momentos de ayer, de hoy y mañana.
Te quiero