viernes, 29 de julio de 2016

Perdón

Hoy necesito pedir perdón. Perdón, mil veces perdón. Por todas mis equivocaciones y malas decisiones. Perdón por agredir, golpear, gritar, dar una espalda  o un silencio. Perdón a mí, a la comida, a mi amor, a la gente que me ama, a los hombres, a mis hermanas, a mi familia, a mi hermano. Perdón a la vida, a las oportunidades, a la suerte, a la dicha. Perdón a la abundancia y a la miseria. Perdón por mis mentiras, por mis groserías, por mis celos y mis envidias. Perdón por mi ignorancia, mi soberbia, mis miedos
, mis inseguridades, mi prepotencia y mi violencia. Perdón al planeta y a mi casa, a mis gatos y a las plantas. A la tierra y a las piedras. A mi cuerpo y a mis ojos. Perdón a mi corazón y a mis pies, a mi voz y a mis manos. Perdón siempre, perdón por todo. Perdón con todo el corazón y todo lo que soy.

tarde lluviosa de viernes

Hace unos días pensaba en lo mucho o poco que podemos hacer en un día. Hay mañanas que me rinden para hacer todo, que son de esos amaneceres muy productivos y satisfactorios. Sin embargo la satisfacción a veces de no hacer nada también es deliciosa.
Me encuentro en la dicotomía de hacer  y hacer y saturarme de trabajo para ser una mujer exitosa y tener dinero, comprarme cosas o escalar en los niveles socioeconómicos de mi país. Pero quizá soy más feliz cuando trabajo y me tomo el tiempo de descansar, vivo relajada, tengo algunas mañanas libres para cantarle a mis plantas, regarlas y tener mi casa bella, besar y abrazar a mi novio, desayunar juntos y ser felices. Gano menos dinero, tengo bastante tiempo libre y no sé si eso cumpla con lo que la sociedad exige y pide para triunfar.
Entre el hacer y no hacer me siento entre satisfecha e insatisfecha. Ando entre triste y alegre. Paso de sentirme realizada a una buena para nada. Espero encontrar la media. Deseo hallar  el equilibrio y no pelearme conmigo mismo. Dejar de regañarme cuando estoy descansando por no estar trabajando y dejar de lamentarme cuando estoy trabajando por no darme el tiempo para relajarme y descansar.
Supongo que así es la vida, tan llena de todo. Siempre hay momentos buenos y momentos malos. Siempre estaremos llorando y riendo, pasando de un sentimiento a otro y luego a otro. En sube y bajas en vaivenes que le dan sabor y candela pura a la vida. Justo ahí puede radicar el equilibrio y estar en donde quiero y no verlo.
Al final esa también es la naturaleza del ser humano, buscar y cuando encontramos seguimos buscando otra cosa y luego otra y así hasta que morimos.

Aquí yo en una tarde de viernes lluviosa, reflexiva y meditativa. Lindo julio que se está acabando y tan radicalmente diferente este 2016 que no me encuentro, no me hallo y no me reconozco. Aquí estoy y aquí sigo, sigo sonriendo y bailando. Enseñando y compartiendo. Llorando y abrazando. Tomando de la mano y soñando. Agradeciendo y perdonando aquí vamos, caminando , respirando, andando vamos. 

martes, 26 de julio de 2016

Último martes de julio

Llevo varios meses sin estar en casa, llego ocasionalmente a dormir y me voy a la mañana siguiente, quizá paso alguna tarde a comer pero me voy rápido. La siento abandonada, los gatos me reclaman cuando llego con maullidos fuertes y largos que pareciera  me gritan. Las plantas tienen un verde apagado, como si me extrañaran y estuvieran tristes.

Hoy fui a mi clase de acondicionamiento físico y me di cuenta de lo abandonado que tengo también mi cuerpo ¿quizá es que lo estoy apapachando demasiado? Mi cuerpo está acostumbrado a trabajar largas jornadas de ejercicio diario, últimamente trabajo casi nada, corro muy poco, casi no hago yoga, voy a clase esporádicamente y como muchísimo. Si se me antoja algo me lo doy, o me lo dan jajajaja pero con las ganas no me quedo. Eso está haciendo que mi cuerpo cambie.

Hoy no reconocí mi cuerpo, no reconocí mi casa, la veo sucia, me veo ancha. La siento sola, me siento débil. La quiero arreglar y me quiero poner a trabajar de nuevo. Como siempre lo he hecho, como siempre me ha gustado.

Mi casa y mi cuerpo que para mí son lo mismo, uno espejo del otro. Siempre han sido limpios, amplios, acogedores, fuertes, amables, flexibles. Siempre me ha gustado cuidarlos, mantenerlos en orden y en las mejores condiciones.

Hoy pasé la tarde en casa y fui a mi clase de acondicionamiento físico, hoy me sorprendí por todo esto que descubrí, reconocí y agradecí. Gracias a la lección de un lindo martes estoy lista y dispuesta a poner manos a la obra. Quiero retomar esa parte de mí que tan feliz me hacía.

Hoy fue un martes muy largo, lleno de subidas y bajadas. Con su toque de alegría y tristeza. Hoy fue un hermoso martes de estar conmigo y en mi casa. Tarde de abrazar y acariciar a los gatos. Noche de leer y escribir. Momentos con los amigos, risas, llamadas por teléfono y mensajes de amor. Hoy me voy a dormir cansadísima y con el corazón satisfecho, la mente complacida y el corazón infladito de tanto y todo lo que la vida me da.


Gracias lindo martes por tan bellas lecciones. Gracias casita mía por ser tan grande y hermosa. Gracias gatitos por esperarme en casa y siempre tener amor para mí. Gracias plantitas por no morir y esperar a que les hable, les cante y les eche agua. Gracias a mi cuerpo que me aguanta, resiste y persiste.  Gracias a mí misma por darme estos momentos tan reflexivos y enriquecedores. Gracias vida. Aquí mi casa y yo.