...mi madre solía decirme, justo cuando veía o sabía que
yo haría algo que para ella era malo, con un tinte entre resignado y molesto: -¡Ah!
Guadalupe, sólo acuérdate, no hagas lo que no quieras que te hagan.
Eso me dejaba pensando y reflexionando por un largo tiempo. Me hacía ponerme en el lugar del otro, me convertía en la engañada, la plantada, la cancelada, la olvidada o la agredida. Me pensaba bien si realmente quería dejar plantado a alguien, le quería hacer trampa o alguna grosería.
Ahora sé que generaba cierta empatía emocional con
aquel al que iba a mentirle, o por aquella amiga que dejaría colgada con el
trabajo de la escuela. Ahora sé que mi madre no me decía qué hacer, confiaba en
su educación y los valores que me inculcó. Ahora sé que esa frase no era un
regaño, aun que en esos momentos así los sintiera. Ahora lo sé.
Esta frase celebre de mi madre logró detenerme en
algunas ocasiones, mientras que en otras hasta me daba el impulso para tomar
vuelo y me iba en carrera. Algunas veces me arrepentía de no haber pensado
mejor las cosas, de no haberme detenido. Me sentía mal por haber hecho todo
sólo por llevar la contra. Pedí perdón muchas veces, y me disculpé otras mil
por los daños causados, por mis acciones y mis errores.
Hoy sé que esa frase de mi madre hablaba del karma, de
la tercera ley de Newton que establece
que siempre que un objeto ejerce una fuerza sobre un segundo objeto, éste
ejerce una fuerza de igual magnitud y dirección, pero en sentido opuesto sobre
el primero. Con frecuencia se enuncia
así: A cada acción siempre se opone una
reacción igual pero de sentido contrario.
Me queda clarísimo que no somos entes aislados, sino parte de un todo y
en interacción e interrelación con otros entes. Tanto como yo empuje una
pared, en igual medida la pared me empujará a mí, y por eso nos sostenemos.
Por eso sostenemos relaciones de violencia, por eso vivimos en la mentira y el
engaño, por eso vamos por la vida abrazándonos fuerte, creando lazos de apoyo,
construyendo o destruyéndonos.
Por eso trabajo cada día por cuidar a los otros como
me cuidaría a mi misma. Amándolos a todos tanto como a mí. Buscando ser
recíproca entre lo que doy y lo que me
doy. Porque a veces doy más para otros que para mí y otras soy egoísta, no
pienso ni en mi madre y me olvido hasta del mundo.
Haciendo esta reflexión fui entendiendo por qué pienso
como pienso y por qué soy como soy. Entiendo por qué, aún siendo egoísta,
pienso constantemente en los otros, lloro por penas ajenas y me puedo
sacrificar, quitar algo de las manos o dejar de hacer cosas por otras personas.
Es entonces cuando pienso que también disfruto al hacer por los otros lo que
me gustaría que otros hicieran por mí.
Imagino que esa será la frase que yo repetiré
constantemente a mis hijos buscando que sean personas a las que les guste
ayudar, pero que también sepan pedir ayuda. Hacer de mis hijos personas
empáticas y egoístas, sólo lo necesario.
Supongo que así surgen las frases y gracias a ellas
surgen los dichos, con los dichos el conocimiento y las experiencias se
transmiten. Me gustaría tener muchas frases celebres y que las personas me
recuerden por las cosas tan sabias y tan bellas, tan crueles pero tan
verdaderas, que de mí salían. Espero poder transmitir lo mejor de mí y para eso
trabajo todos los días. Por ser cada vez mejor persona. Para seguir creciendo y
aprendiendo, ser congruente y quizá, hasta alcanzar el nirvana, descansar junto
a buda y trascender este mundo, esta vida, en esta tierra.