
Me enseñó.
En el transporte colectivo de la Ciudad de México se pueden experimentar diversas emociones, variadas sensaciones y muchas diversiones. Uno que otro apretujón y alguno que otro aventón.
Ahora estoy tranquila por que ya no se sufren arrimones por ahí y por alla @_@ uff!!! Los hombres respetan más a las mujeres y existen espacios exclusivos para nosotras y aún que yo no crea que esa sea la solución, quiero reconocer que sí, ha ayudado y ha servido.
Los conductores son más prudentes, previenen más y manejan mejor. Más despacito y con cuidado.
Iba muy tranquila y satisfecha con mi viaje en camión cuando en un semáforo se subió un niño con una señora. Quizá su mamá, quizá no. Ambos pintados de payasos e interpretando un sketch cómico que de gracioso no tenía nada si te detenías a observar los ojos vidriosos y la mirada triste y apagada del niño.
Qué hace un niño en el microbus trabajando?
Debería estar en la escuela estudiando. En un parque jugando. Debería estar creciendo y aprendiendo. DEBERÍA!!!
Nada tiene que estar haciendo un niño en un camión trabajando. Por nada tendría que estar ahí!!!
Todos le dieron dinero. Una señora le dio un beso y le dijo con ternura –haaa!! Que lindo!!!
Otra señora le dijo con lástima -pobrecito estás muy chiquito- y le puso una moneda en la mano.
Que terrible!!! La peor solución es darle dinero y sentir lástima por él. Así se les enseña que dar lástima es una opción en lugar de ser fuertes, luchar y superarse.
Darles dinero les enseña que la vida en la calle es posible y que puede ser fácil. Les das la opción de que un trabajo puede ser subirse al transporte colectivo para pedirle dinero a las personas.
Ahora resulta que dar lástima es lo que hace un niño a las 2 de la tarde en la Ciudad de México el 9 de febrero del 2012??? ME NIEGO!!! HAY QUE HACER ALGO!!! YA!!!
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