lunes, 3 de noviembre de 2014

LLoro de todo o todo está para llorar?

 
Hay México me dueles bien profundo. No sé si sea catarsis mía pero cada marcha, cada noticia y cada grito que he dado me ha sacado una cantidad de llanto que inundaría todo el país con mis lágrimas.

Es mucha sangre ya. No entiendo como podemos llegar a estos niveles. No puedo creer que nos destruyamos así. Cuánto dolor hay en este país. Cuántas heridas sin cerrar que siguen haciendo estragos hoy. Cuánta miseria se nos trepa por los pies. Miro para atrás y más lloro. Ya no quiero voltear a ver las manchas de sangre y los pedazos de cuerpos mutilados que se han ido quedando en el camino.

Amemos al de a lado. Abracemos al de junto. Miremos al que pasa cerca. Agradezcamos al que nos ayuda. Ayudemos al que lo necesita. Seamos felices para que nos alegre la felicidad del otro. Cuidémonos. Por qué ser indiferente al dolor del otro. Por que devaluar la vida de un insecto. Por qué necesitamos tal nivel de crueldad para hacer frente a una realidad.

Quizá sean mis nervios pero lloro al mirar a tanto vagabundo en la calle, tirado o caminando con mucho trabajo. Lloro al mirar perritos flacos. Lloro al mirar a un niño tomando coca-cola. Lloro al mirar a las personas dormidas en el metro. Lloro al mirar a las personas que manejan mientras hablan por su celular. Lloro al ver que la desigualdad y la injusticia gobiernan mi país. Lloro al ver que la impunidad es el pan de cada día. Lloro y no hay nadie que me abrace para consolar mis noches. Lloro y lo único que brota de tanta tristeza y dolor son palabras que consuelan y contienen mi penar.
 

Ahora sigo caminando mientras me aferro a mis sueños. Agarrándome fuerte de la esperanza. Trabajando cada día y dando lo mejor de mí en cada momento. Secando mis lágrimas. Esperando lo mejor, preparada para lo peor.

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