...desnuda corriendo a hurtadillas por la ciudad. Trataba de
llegar a su casa sin que nadie la viera, pero era imposible. Una hora había
pasado ya desde que salió de casa de Miguel. Él vivía en la calle de Tepic,
entre Manzanillo y Tlacotalpan, a unas cuadras del metro Chilpancingo. Ella
vivía en Doctor Navarro casi llegando a la avenida Cuauhtémoc, caminando se
hacen no más de 20 minutos pero, ¿desnuda?
Iba escondiéndose entre los coches, sin muchas opciones pero
sí con mucho miedo. La hora le ayudaba pues a esas horas de la noche no hay
tanta gente en la calle, sin embargo, había estado a punto de ser descubierta
como unas 10 veces ya.
Por su mente, se repetía una y otra vez la imagen de Marcela
entrando al cuarto, tenía la cara desencajada al encontrar a su novio con su
mejor amiga, desnudos, sudando y
gimiendo. Marcela se lanzó sobre ella tratando de golpearla. Mientras Miguel la
detenía lo único que se le ocurrió a Ana fue salir corriendo. ¡Bueno! tampoco
es que tuviera muchas opciones, Marcela se le escapó a de los brazos Miguel y
corría tras ella por toda la casa con una furia que mataría a un león si se le
interpusiera en el camino.
Ahora Ana estaba cerca de llegar a su casa y lo único que
quería era lograrlo, pero para atravesar avenida Cuauhtémoc desnuda se necesita
algo de velocidad y mucho valor, cosas que no tenía. Se sentía culpable. Eso le
bajaba el autoestima y por ende mermaba su seguridad, desnuda escondida y
muerta de frío con los pies lastimados y toda sucia, sentía que no podía más,
que ese último tramo para llegar a su casa era el más difícil. Estaba a punto de desmayarse,
dejarse caer al piso y esperar a que algún buen samaritano la encontrase para
llevarla a un hospital y ponerla a salvo pero, si hacía eso también corría el
riesgo de ser encontrada por un hijo de puta que quisiera violarla y matarla.
Sin importarle su final, Ana estaba a punto de dejarse caer
abandonada por la fuerza y su voluntad para seguir adelante, levantó la mirada
y vio a Miguel cruzando la avenida. Un golpe de adrenalina la despertó volvió a
levantar. Le gritó con ganas y logró que
Miguel volteara espantado. La vio corriendo desnuda hacia él, se quitó
su chamarra e inmediatamente la cubrió. Caminaron hacia casa de Ana pero ninguno
de los dos tenía llaves así que, mientras Ana se escondía, Miguel se saltaba
por la ventana. Lamentablemente una vecina con insomnio los vio, asustada y sin
reconocerlos llamó a la policía. Tardaron bastante, aún así alcanzaron a
detenerlos, vieron a Ana desnuda y los dos fueron remitidos al ministerio
público para declarar. Ambos cometían un delito y debían ser investigados.
Esa noche, después de salir bien librados, se convirtió en
la lección más dura de toda su vida. Cada uno siguió su vida, pero nunca
olvidaron esa noche que guardaron en secreto para siempre.
Mar
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