viernes, 12 de julio de 2019

Nuestro cuerpo, nuestro mundo.

Al momento de nacer salimos a la luz con un cuerpo que nos acompañará por toda nuestra existencia. Durante ese recorrido el cuerpo contiene nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestros recuerdos, contiene un corazón que palpita a través de impulsos eléctricos derivados de la energía que adquirimos por medio del sol, de la comida o del sueño. Incluso de las ideas adquirimos la energía, ese impulso que hace que el corazón palpite y nos lleve a alcanzar una meta o que nos hace levantar todas las mañanas. La motivación que nos mantiene vivas y con ganas es a través de energía, que se alimenta de ideas, pensamientos, sentimientos y emociones.
El cuerpo está lleno de todo lo que somos, de todo lo que nos conforma y de las experiencias que vamos acumulando a lo largo de la vida. Si un niño se tropieza, se cae y se raspa la rodilla, nosotros lo curamos y su herida sanará; sin embargo, quedará una cicatriz en su piel. De ésta misma forma, el cuerpo refleja de manera física las cicatrices emocionales y las huellas de sentimientos, valores, pensamientos e ideas que aprendemos y experimentamos a lo largo de nuestra existencia.
El cuerpo es un medio de comunicación primario. Desde el momento en el que  el ser humano se encuentra en el vientre materno, se entabla la primera comunicación con la madre por medio del cordón umbilical que conecta a los dos cuerpos,  y es por éste enlace de comunicación que se alimenta el feto y se transfiere toda la información celular, anatómica, psicológica, emocional y la comunicación comienza, desde entonces, a través del cuerpo. Una vez que el bebé nace, el cuerpo es el que lo diferencia de su madre, con quien dentro del vientre hacía uno sólo y que ahora al haber sido expulsado lo conforma como una persona separada de ella, aunque todavía no independiente ya interdependiente. Ahora cada uno con un cuerpo. Sus propias manos, sus propias piernas. Ahora este cuerpo es el que conforma al bebé y también lo separa de los otros.
La visión de un cuerpo que no se posee ni se tiene. Un cuerpo que se es,  nos permite como seres humanos no vivir aislados ni separados. Siendo que al ser expulsados por la madre en el momento del parto hay una separación que es evidentemente física y que por el mundo se viaja y se vive ya de por sí separados por el cuerpo, que hace a cada quien lo que esy no alguien más.  Decir o pensar que se tiene un cuerpo es como decir o pensar que se tiene un coche o una casa. 
Cuando alguien tiene un coche puede venderlo, cambiarlo o tirarlo. Lo mismo con una casa que se puede remodelar, derrumbar y volver a construir. Un cuerpo no se puede vender para comprar uno nuevo, ni se puede cambiar por otro, o derrumbarlo y construir uno nuevo.  El cuerpo es uno mismo. Se es un cuerpo, no se posee un cuerpo. Y con este cuerpo vamos asimilando experiencias que amplían nuestra conciencia, y es a través de la conciencia que permitimos exista una conexión significativa entre aquello con lo que nos enfrentamos y lo que hacemos. Somos un cuerpo y el ese cuerpo que somos, es nuestra vínculo y conexión con el mundo. Es a través de los ojos que miramos el mundo, a través de la piel que sentimos la vida, es con la lengua que saboreamos las experiencias y nuestros oídos nos permiten escuchar un, “te amo”.

lunes, 21 de enero de 2019

Cuando soy vaga y confusa VS cuando soy clara y concreta

Elegí tres situaciones que viví el año pasado y que releyendo mi diario me di cuenta que soy vaga y confusa al expresar cómo me siento. Recordando un ejercicio de desarrollo humano, busqué expresar esas mismas situaciones de manera más clara y concreta.

1.- Vaga: No sé qué hacer con mis gatitos, siento que los tengo abandonados.
1.- Clara: Siento que abandono a mis gatos cuando los dejo tanto tiempo solos en la casa porque salgo de viaje. No sé si regalarlos y darlos en adopción o dejaros encargados con alguien para que cuando yo no esté en casa, ellos tengan compañía y a alguien que los cuide y los quiera.

2.- V: Sospecho que mi novio me sigue siendo infiel.
2.- C:Cuando mi novio se levanta de la mesa para irse a hablar por teléfono lejos de mí siento que me oculta algo, después de que me ha sido infiel en varias ocasiones mi confianza en él es endeble. 

3.- V: Estoy deprimida por el divorcio de mis padres.
3.- C: Me entristece que mi madre quiera ver a mi padre después del divorcio y él no quiera verla ni en pintura. Me lastima que me metan en medio de sus problemas y me enoja que me tengan de mensajera porque ellos no son capaces de hablarse directamente.

El ejercicio lo hice con muchas otras situaciones, pienso que quizá fue fácil hacerlo porque eran situaciones del pasado, mi trabajo este año será hacerlo en el presente, para no vivir tan atormentada y resolverme con mayor facilidad. 

Cuando me vivo confusa o vaga, me quedo más tiempo en esa emoción o sentimiento que es desagradable. Los sentimientos nos hablan de necesidades y al no tener claro el sentimiento, no puedo atender la necesidad, por lo que el sentimiento crece, se intensifica o se acumula. Al aclararlo, es más fácil resolverlo, soltarlo y pasar a otra cosa. Espero lograrlo este año. Lo comparto con el corazón y espero les sirva y sea útil. 

viernes, 18 de enero de 2019

Con los ojos cerrados

Me bañé con los ojos cerrados y todo el tiempo tuve la sensación de estar haciendo las cosas mal. No sabía cuál era la botella del shampoo y cuál la del acondicionador. Debo confesar que mi necesidad de abrir los ojos era demasiada y cedí ante ella. Abrí los ojos para tomar el shampoo, sentía miedo de equivocarme y hacer alguna estupidez, también tenía pereza de buscar o averiguar sin el sentido de la vista  cuál de todas las botellas era, una vez con la botella en mis manos cerré los ojos de nuevo y continué.
Me di cuenta que me lavé el cabello más concienzudamente, porque con los ojos cerrados no calculé la cantidad de shampoo que me estaba vaciando  y me eché más del necesario, tardé más del doble de tiempo en lograr enjuagarme todo el cabello. Tuve la sensación de haberlo dejado muy limpio.
Con el resto del cuerpo sentí lo contrario, que me tallaba mal, que me lavaba mal los pies, que me estaba lavando mal los dientes, que no podía tallarme bien las piernas. Terminé de bañarme sintiendo que no me había enjuagado por completo. Permanecía la necesidad de abrir los ojos y el esfuerzo por no hacerlo era grande. Confesaré que los abrí en un par de ocasiones por hábito, por ejemplo al terminar de enjuagarme el shampoo. Siempre abro los ojos cuando siento que mi cabeza ha quedado lista, entonces busco la esponja y el jabón para el cuerpo, en esta ocasión no fue la excepción. La diferencia fue que sólo los abrí un segundo, inmediatamente hice conciencia y los volví a cerrar. Ese segundo bastó para que me diera cuenta que no estaba mirando para donde creí. Según yo estaba de espaldas a la regadera, con la ventana a mi derecha y la puerta a la izquierda. La realidad es que estaba viendo hacia la ventana con la puerta a mi espalda y entonces me sorprendí cuando abrí los ojos porque miraba hacía la pared y estaba demasiado cerca, tenía la sensación de estar mucho más alejada, me asusté y cerré los ojos.
También me pegué en las manos como una docena de veces, con la pared, con las llaves de la regadera, con la puerta, conmigo misma. 
Tiré la botella del acondicionador tratando de buscar el jabón de cuerpo. También tiré la esponja con la que me tallé porque no encontré donde ponerla y me desesperé. Decidí dejarla caer y no la levanté hasta el siguiente día.
             Sin contar  los golpes, la necesidad de abrir los ojos y la sensación de estar haciendo todo
             mal, me gustó la experiencia. Admiro más a mi novio porque él tiene el hábito de bañarse     
             y lavarse los dientes con los ojos cerrados, dice que estimula el hemisferio derecho del     
            cerebro y favorece la inteligencia, la creatividad, sensibiliza y no sé cuánta cosa más. 
            Lo recomiendo.

lunes, 7 de enero de 2019

Una plática entre 4


En mi grupo de terapia aprovechando que faltaron muchos y sólo fuimos tres más la terapeuta, cuatro. Observé.
Chabe estaba contándonos que se sentía muy triste. Mientras nos platicaba movía las manos, se ponía una sobre el pecho y la subía hacia la garganta. Se tomaba las manos y se retorcía los dedos como angustiada. También ponía las dos manos sobre sus muslos y los frotaba de arriba para abajo con fuerza, ahí me parecía más ansiosa que angustiada. Su voz temblaba y se entrecortaba. Araceli le daba un sorbo de vez en cuando a su café y Angélica la miraba con atención. 
Cuando Ara habló, cambió su postura física para tomar la palabra y su volumen de voz era mucho más alto y más agudo, fue con el contraste, cuando me di cuenta que Chabe estaba hablando muy bajito y su tono era grave. 
Jaquelin en cambio se fue hundiendo poco a poco en el sillón y tomó un cojín que estuvo abrazando casi todo el tiempo. Cuando ella tomó la palabra, movía sus pies inquieta, era un movimiento casi exagerado, tanto que Ara soltó una especie de risa. Al momento de reír hubo una mirada de Ara hacia los pies de Jaquelin que hizo que los detuviera. La risa de Ara le hizo darse cuenta y estar consciente de lo que hacía con sus piernas.
Ara en algún momento más tranquilo y relajado de la conversación se paró para servirse más café. 
Chabe permanecía quieta, moviendo apenas las manos con gestos de angustia y muy apretados, como si estuviera haciendo un esfuerzo por no llorar. Angélica se movía de vez en cuando para cambiar su postura siempre atenta, pero cómoda. Jaquelin cambiaba de posición, moviendo los pies constantemente y revisaba su celular discretamente y de reojo, como si quisiera ver la hora o revisar rápidamente algún mensaje. Ara tomaba café y cambiaba de posición cada vez que tomaba la palabra o para cerrar y concluir su participación. Era como si para tomar la palabra necesitara hacerse para adelante y ponerse atenta, al terminar, reposaba atrás, recargada y en una posición más descansada o de pasividad.
Debo confesar que de vivir la experiencia a realizar las observaciones hubo un lapso de tiempo bastante largo, me fue difícil lograr recordar todo. Sin embargo hice un esfuerzo por tratar de describir con detalle. Este ejercicio me permite abrir mi  percepción al lenguaje no verbal. Me ayuda para ser más sensible a lo que se dice con el cuerpo. Estoy en entrenamiento.