miércoles, 29 de abril de 2009

Nueva epidemia

Me gustaría pensar que la epidemia que corre por México es de amor, de amistad, de salud, de seguridad, me gustaría ver a todos enfermos de educación, de libertad.

No quiero enfermarme de gripa, no lo haré, prefiero ver que las personas se estan sanando, me gusta soñar en la humanidad libre de egoísmos, envidias, celos y violencia. Quién nos dijo que los celos son normales, quién nos dijo que la envidia es natural. Yo no lo creo, no pienso que sentimientos tan negativos puedan ser naturales, no acepto que una epidemía se siga contagiando.

Prefiero sanarme. Sanando. Cuando necesito amor, trato de dar amor, cuando necesito ayuda, busco a quíen ayudar, cuando me siento sola, acompaño a alguien. Busco todo. Dentro.

No quiero seguir haciendo responsable a mis padres de mis miedos, a mi pareja de mis celos, a los demas de mi violencia, hagamonos responsables de nuestros sentimientos, de nuestras necesidades.

Las personas son como son y no les quiero pedir que cambien, me acepto a mí como soy y eso me ayuda a reconocerme en cada momento. Entonces puedo cambiar, dirigir mi vida hacía donde yo quiero. No hacía donde la epidemía nos lleva. Me acepto y te acepto.

En este mundo libre. Sin enfermedades o sentimientos que lastimen. Un mundo que reconozcamos en cada momento, que aceptemos todo el tiempo para poder entonces modificarlo. Cambiar el mundo para hacer uno que hé soñado y que esta verde, lleno de agua, un sol brillante, la luna enorme. Como es, como era...

sábado, 25 de abril de 2009

Así empezó


Mi vida sexual empezó con ella, mas bien ellas, mujeres que me besaban, ya no recuerdo si era yo quien las besaba, nos besabamos y jugabamos, como una exploración, descubriendo y descubriendome, imaginándo que eso haría yo en el futuro, imitando imagenes de películas y de la televisión, tratando de interpretar personajes, divirtiendonos.

Mi primer beso con un hombre, ese vecino tres o cuatro años mayor que yo, amable, divertido, excitante. Lo ansiado de ese momento lo hacía increible y mis ojos veían la imagen: mi hermano de tres años con cara de ¿qué esta pasando? su hermana mayor se estaba besando tiernamente de lenguita con el vecino, decidi cerrar los ojos y disfrutarlo.

Empezáron a crecer los senos y la cadera. Despedía un olor que yo misma no reconocía, era momento de usar desodorante. Llegó el acoso, niños persiguiendo a las niñas, molestandonos, tratando de besarnos y yo resistiendo, jugando a ceder y a negar, las primeras decisiones -a tí si, a tí no, a tí no, a tí no, a tí no, a tí si- jugar a ser novios, tomarnos de la mano, ir a una fiesta juntos, besarnos dos horas seguidas, sentir su cuerpo tan cerca del mío, pensar en él, todo el día imaginándomelo, en cada hoja de mi diario escribía su nombre, los cuadernos tenían corazones con nuestras iniciales, añoraba llegar a la escuela al siguiente día para verlo, sólo eso, verlo, me encantaba verlo jugando futball, me gustaba verlo escribir, me gustaba verlo viendome.

Mi primer amor, el vecino que me beso por primera vez, que me penetro por primera vez, con él que aprendí a extrañar, nos divertíamos, jugamos, compartíamos, crecimos, conocí los celos, la posesión, la infidelidad y me enseño a confiar, a creer y a soñar.

jueves, 16 de abril de 2009

Sobre el amor

Sobre envejecer, aburrirse, imaginar y ya no verse a los ojos, cuando ya no hace falta, pero tampoco sobra esa mirada.
Sobre terminar, llegar hasta el final y estar donde querías, quizá te lo imaginabas o no lo esperabas.
El camino del amor.
¿mentiras? ¿falsedades?
Todo lo inventado cada día para compartir ¿compartir qué?
Sobre realizar esas fantasías, tal vez pesadillas ¿si se transforman? mejor yo las convierto, yo decido, ahora yo escribo.
Sobre el dolor sentido, las heridas hechas y el sufrimiento trascendido.
Sobre la disolvencia del ego y la busqueda infinita del reconocimiento. Sobre ser importante para el otro, sin las otras, los celos, la cabéza desconocida. Ideas que te taladran la mente, los recuerdos.

miércoles, 8 de abril de 2009

Recuerdo

Cuando era niña, me encantaba ir a la casa de mis abuelos, llegabamos a la hora de la comida y yo ayudaba encantada de aprender a picar el cilantro con tanta agilidad y maestría como lo hacía mi madre, para jugar con la masa del pastel de elote que hacía de postre mi abuela y ver como en el horno se transformaba en un esponjoso pan.

Sobre todo recuerdo a mi tio, que siempre tenía algo interesante que contar, yo llegaba con millones de cosas en la cabéza que vaciaba con él y me escuchaba, me hacía reir y platicabamos de todo por mucho tiempo, sobre todo en la noche, después de merendar café con leche y pan, mis abuelos se subían a dormir, cada uno a su cuarto.

Mi abuela y yo teníamos el ritual de subir, ponernos la pijama juntas, lavarnos los dientes y hacer pipi antes de irnos a la cama, nos acostabamos a ver la tele un rato, a platicar o a escuchar la radio.

En cuanto mi abuela se quedaba dormida, yo me escapaba con mi tio, que estaba abajo en el comedor, viendo la tele, fumando y esperandome.

Bajaba a platicar, a contarle todas mis inquietudes, a preguntarle miles de dudas que acumulaba a lo largo de la semana y que sabía que él y sólo él podía responder. Me enseño a crecer, me ayudo a madurar o me acompaño en mi vida hasta donde pudo.

Ahora yo lo espero, para enseñarle, ayudarlo y acompañarlo hasta donde el quiera, con todo mi amor.

Lo extraño, pienso en él y recuerdo también como le enseñaba a mi hermano a contar y a leer, a escribir y a divertirse de formas extrañas.

Recuerdo su compañía, recuerdo sus palabras, recuerdo su imagen de los fines de semana tomando cerveza y fumando, recuerdo la imagen de lunes a viernes poniendose un traje con el que se veía guapisimo para irse a trabajar siempre muy perfumado. Lo recuerdo