domingo, 23 de enero de 2011

Un pequeño pajarito


Hoy aprendí que es importante saber decir lo que quiero, lo que pienso y lo que siento.
Expresar lo que a mi corazón le está pasando. Expresarlo inmediatamente. No esperar un “momento adecuado” o esperar a que reflexione y piense todo lo que estoy sintiendo para después decirlo. Para decir siempre lo “correcto”, lo más educado o lo más “pertinente”.

No tengo tiempo de reflexionar mis sentimientos. Los siento y los expreso. Sí, eso será lo correcto por que ¿quién dice que es lo “correcto”? ¿lo correcto para mí? O ¿lo correcto para quién? Para mí, lo correcto ahora es expresar lo que siento inmediatamente y no esperar.

Hoy se me hizo tarde. Llegó a mi vida un pajarito que no podía volar. El maestro Pedro que está arreglando el techo de la cocina fue a comprar más cemento y yeso, se lo encontró en la calle y lo subió para que un perro no se lo fuera a comer (eso me dijo). Me encanto la idea de cuidarlo y protegerlo hasta que fuera capaz de volar y valerse por si sólo. Me preocupaban los gatos, así que decidí protegerlo de ellos. El pajarito estaba por la cocina revoloteando y quería llevarlo a mi cuarto donde podría cerrar las puertas para impedir que entren los miausitos a querer “jugar” con él.

Salió Álvaro de bañarse y le pedí que me ayudara a agarrar al pajarito. Después le pregunte que dónde sería mejor ponerlo para protegerlo de los gatos (no sé por que le pregunte si yo, ya había pensado en mi cuarto). Él puso al pajarito en una maseta colgante que está en la ventana de la cocina.
Le dije
–Noooooo!!! No Álvaro, no puede volar todavía, si lo dejas ahí se va a caer-
Demasiado tarde mi discurso y cualquier explicación que yo pudiera dar. Álvaro ya había depositado al pajarito en la maseta colgante y mientras yo lo observaba detenidamente, le seguía explicando a Álvaro
–Si dejamos al pajarito ahí se va a caer, él todavía no sabe volar, está muy alto desde aquí y si lo tratas de agarrara, ahora va a querer escapar y va a saltar hacía abajo- Álvaro dijo –Es parte de su aprendizaje-
Yo no entendí muy bien pero no pregunte más pues lo que yo quería era que lo bajara de la maseta. Cuando intentó bajarlo, evidentemente el pajarito tratando de huir saltó hacia abajo, planeando hasta que se estrelló con una maseta de nosotros a la que César le había puesto su característico triangulo invertido negro y que no tenía nada que hacer ahí. De no ser por que la semana pasada, esa maseta desapareció de la entrada y claro!!! hora me enteraba que estaba ahí abajo. Seguramente se había caído y la vecina de abajo la recogió.

Retomando el tema, cuando el pajarito chocó, cayó al piso inmóvil. Álvaro y yo nos quedamos observándolo desde la ventana. No se movía.
Dije
–Se lastimó, ya no podrá volver a volar, seguro se hizo daño en sus alas con la caída- Baje corriendo por él mientras pensaba a que veterinario llevarlo o que hacer para ayudarlo a recuperarse de la caída. Cuando lo encontré, todavía estaba caliente, pero ya sin vida.

Lo tome con mis manos y subí presionándolo contra mi pecho, comencé a llorar sin poder evitarlo, lo veía inmovil, como si estuviera dormido. Por mi cabeza pasaba la imagen de Jaguar. Cuando llegué arriba, lo único que puede decirle a Álvaro fue
-Está muerto-
Me fui al balcón de mi cuarto para pensar en todo lo que había pasado. César decía que todos venimos aquí para algo. Me pregunte ¿qué me diría César si estuviera aquí? (pregunta que todavía no entiendo por qué me la hago recurrentemente).
Cuando algo así ocurría él solía decirme
–Piensa en ¿qué nos vino a enseñar? ¿qué es lo que tienes que aprender de todo esto? Entonces su existencia habrá valido por que ha cumplido su misión y su energía renacerá-
En el balcón, lloraba y pensaba en sus palabras. Me preguntaba ¿qué habría venido a enseñarme este pequeño y frágil pajarito?

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