El canto del cisne, una obra de Antón Chéjov es llevada a
escena en la Ciudad de México por tres maravillosos artistas, grandes actores y
sobre todo buenos amigos.
En el foro Marlowe los domingos a las 17hrs. Juan Carlos
Turell interpreta al viejo Vacili Vacilich Svetlovidov, un actor
que después de recibir un homenaje interpretando a otro viejo, los aplausos, el
alcohol, el cansancio y el sueño lo dejan dormido en su camerino. Cuando éste
despierta se encuentra aún más solo, cansado y alcoholizado. Peor aún, al
despertar lo invade el miedo. Sus monstruos, fantasmas y pesadillas lo
enfrentan estando en el teatro de noche y sin compañía.
Así, bañado por la oscuridad, lo vemos
devalando cada una de sus emociones como la diminuta flama de una vela que no
calienta, no quema, pero si aluza el camino.
Vacili Vacilich se encuentra con un
joven llamado Nikita Ivanich, interpretado por Jose Nájera Colindres. Personaje
que pareciera no tiene nada, ni casa, ni cama, ni dinero. Vive en el teatro
acomodándose entre los baúles y viviendo de la beneficencia sin que nadie lo
sepa.
Se acompañan, se cuidan y se convierten
en cómplices de la locura, el talento y
la versatilidad del ser actor. Nikita observa y escucha como Vacili se
rompe, quiebra y destruye a sus monstruos para llevarnos a ese punto en el
que el tiempo no tiene retorno.
Lo que logró ya se fue. Su carrera ha caducado pero sus sueños lo
siguen inspirando y eso rompe también a Nikita Ivanich quien toma de la
mano a Vacil para atrapar cada gesto que éste nos regala en la intimidad.
Cantan, bailan y nos llevan al final de
la vida de un artista, recorriendo escenarios historias, personajes y mundos
junto con ellos.
Una dirección sobria, sin más, pero
tampoco menos de lo que la obra requiere. La compañía Galeócratas Teatro hace
un gran trabajo.