Esta fue una mañana de domingo en silencio. Nada de música
al despertar. Nada de programas en youtube mientras preparo el desayuno. Nada
de platicas con nadie, no sólo porque desperté sola, la verdad no quería hablar
ni con los gatos, ni con las plantas como acostumbro a hacer en mi soledad no
tan solitaria. Cerré mi boca y me guardé mis comentarios. Desayuné mirando al
balcón. Escuchando el ruido de la ciudad que entra por mi ventana, dejé que mis
pensamientos me entretuvieran.
Hice la limpieza de mi lindo hogar, la cama bien tendida, el
cuarto recogido, la sala y el comedor barridos y trapeados, la mesa limpia,
los trastes lavados. Todo listo para
sacar mi tapete de yoga y empezar con las respiraciones profundas. Todo listo
para seguir en compañía de mi misma y disfrutando del viaje hacia dentro de mí.
Delicioso el aire que soplaba y me refrescaba. Riquísimo que resulta estirar mi
espalda, alargar mis piernas y sostenerme sobre mis brazos hasta cansarme.
Bonito que es trabajar el cuerpo y sentir cada músculo esforzándose, los
ligamentos y tendones estirándose, el esqueleto sosteniéndome y mi voluntad
trabajando para concentrarme y no correr a contestar mi celular que sonó dos
veces.
Así esta mañana de domingo callado. Así la mente se calma y el corazón se pone contento.
Cerramos con broche de oro después de una rica sesión de masturbación y el baño
que despierta al más dormido y revive al más muerto.
Lo que viene es una rica comida con el hombre que amo y mi hermosa familia. Tarde de juegos de mesa, muchas risas y buenas pláticas. Gracias a la vida por tan maravilloso viaje. Gracias por tantas y tan buenas experiencias. Gracias a mí misma por saber disfrutar de esto que la vida me da jejejejeje aplausos y palmaditas en la espalda para todos, incluida yo.
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