
A veces me quiero sacar de la cabeza que extraño vivir con alguien y despertar acompañada. A veces quisiera no extrañarlo a la hora de la comida o mientras me relajo en la tina. A veces quisiera no tener frío en la cama y no llorar sola.
Anoche me pregunté si todavía lo extrañaba a él. Según yo no. Lo extraño quizá como amigo pero ya no como novio. Según yo, lo que extraño es tener una relación y vivir con el hombre al que amo. Según yo es el hábito de dos relaciones en mi vida, serías, comprometidas y sobre todo largas.
A veces no sé. A veces pienso que lo extraño a él por que es el último hombre del que me enamoré. Es el último hombre al que he amado. El último hombre con el que he querido tener hijos, casarme, morir a su lado y compartirlo todo.
A veces sí lo extraño. Hoy reconozco que extraño a ese hombre que conocí en el 2008. Ese hombre que me enamoró con su música, que me sedujo con su trabajo y que me enloqueció con su cine. Extraño a ese hombre al que amé bailando en noches de luna llena, amaneceres en complicidad y atardeceres lluviosos.
Quizá es que extraño estar tan locamente enamorada que me pueda entregar en cuerpo y alma. Quizá es que extraño llegar a casa y contarle mis aventuras por la ciudad y con los amigos. Quizá sólo es que vi una película romántica y estoy leyendo un libro de amor. Quizá es que extraño compartir el desayuno, la cama y la regadera. Quizá es que anoche soñé con él. Quizá es que hoy mientras me masturbaba y experimentaba un orgasmo vino a mi mente su rostro y tuve en mi cabeza su imagen.
Quizá es que me hace falta alguien con quien compartir este frío diciembre y este departamento que ahora me parece grande. Quizá sólo sea que ya viene navidad.
O quizá sea que sí, efectivamente lo extraño y lloro de felicidad.
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